Las ofensas de ‘Tres Caínes’
OPINIÓN La serie de televisión sobre los hermanos Castaño revictimiza diversos sectores sociales del país. Los diálogos consolidan una mentalidad guerrerista.
Revictimizante,
no de otra forma podría calificar la serie ‘Tres Caínes’ que desde hace
una semana emite el canal privado de televisión RCN y que pretende
contar la vida de los hermanos Fidel, Vicente y Carlos Castaño Gil,
narcotraficantes y promotores del paramilitarismo en nuestro país desde
mediados de la década del ochenta del siglo pasado.
Los
productores de esta serie televisiva parece que no calcularon, o si lo
hicieron sería pensando en las ganancias, que el conflicto generado por
los hermanos Castaño aún continúa y muchas de las heridas que ellos
dejaron aún no han sido sanadas y ni siquiera juzgadas, lo que significa
una infamia para las miles de víctimas que aún esperan justicia.
Más
allá de todas las escenas de violencia, sus diálogos consolidan una
postura ideológica que resulta ofensiva para diversos sectores sociales,
políticos y académicos del país que fueron víctimas de las acciones
paramilitares y de nuevo vuelven a quedar estigmatizados, lo que podría
darle continuidad a su persecución y ataque.
“Comunistas”,
“izquierdistas”, “sindicalistas”, “sociólogos” y “antropólogos” son
palabras que se repiten hasta el cansancio y va quedando en la mente del
televidente la idea de que son ellos los generadores del conflicto
armado en el país. Sus constantes alusiones en tonos despectivos y
agresivos, en gritos de guerra, no son de buen recibo, sobre todo en un
país donde predomina la falta de educación política y en la que la
manipulación ideológica es impulsada desde sectores recalcitrantes de
derecha que aún sueñan con el exterminio de aquellos que consideran “su
enemigo”.
Desde la academia ya se escuchan las
primeras señales de alerta sobre la serie de RCN. En un comunicado a la
opinión pública fechado el 7 de marzo pasado, la Facultad de Ciencias
Sociales y Humanas de la Universidad de Antioquia cuestiona la alusión
constante, en los primeros capítulos, a la disciplina de Sociología como
“nido de guerrilleros”. En el documento se advierte que “como
profesionales en el área de Sociología tenemos la convicción de que esas
escenas hacen daño al buen nombre y la integridad física y moral de
quienes ejercemos o estudiamos esta disciplina, ya sea en la Universidad
de Antioquia o en cualquier otra universidad del país”.
Los
docentes insisten en que “es preocupante que exista una asociación tan
directa entre la disciplina y el conflicto armado colombiano. La
promoción y participación en el conflicto armado como cualquier otro
acto ilegal o violento sólo puede ser atribuido a las personas que los
generan y no a una disciplina en particular o a un contexto académico
universitario”.
También resulta reprochable,
bajo cualquier punto de vista, que las directivas de la Universidad de
Antioquia prestaran las instalaciones para que en su campus se grabaran
escenas que dejan en entredicho a sociólogos y antropólogos. ¿Cómo es
posible que ingresaran actores, técnicos y todo un dispositivo técnico
para grabar allí escenas en cuyos diálogos se irrespeta la academia? Es
importante que la Rectoría aclare el asunto porque evidencia una gran
contradicción entre el tratamiento dado a la gente de la serie
televisiva y a quienes en razón de trabajo y estudio, y acreditados con
el carné, tenemos problemas de ingreso si llevamos algún visitante.
Duele,
en verdad duele, esta situación, sobre todo cuando en ese mismo campus
un brillante antropólogo, Hernán Henao Delgado, fue asesinado por
sicarios al servicio del paramilitarismo el 4 de mayo de 1999 en su
oficina, siendo director del Instituto de Estudios Regionales. Considero
inadmisible que la sede del Alma Mater se haya prestado para que desde
sus pasillos se promueva, subliminalmente, una nueva estigmatización
contra este tipo de disciplinas y quienes la estudian y la ejercen.
Hay
diálogos que, a mi juicio, son cuestionables. En el capítulo del pasado
6 de marzo, uno de sus personajes dice: “vamos a empezar de una vez,
haciéndole inteligencia a los comunistas. Por ahí vamos a empezar la
limpieza, con los concejales, los alcaldes, mejor dicho, por los que
piensan, porque esos son los que le alimentan las ideas a la guerrilla”.
Argumentarán los creadores de la serie y sus guionistas que se trata de
hechos históricos, algunos de ellos de ficción, pero pasan por alto dos
cosas: que el conflicto armado aún no ha llegado a su fin y que la
guerrilla permanece, lo que supone entonces la existencia también de
unos “enemigos” que deben ser eliminados. ¿Se habla, entonces, desde el
pasado o desde el presente? La duda queda.
¿Era
el momento adecuado para emitir la historia de los Castaño Gil? No lo
creo. En principio, hay suficiente heridas abiertas como para pensar que
son hechos del pasado. En la vida cotidiana de las familias de las
víctimas del paramilitarismo el dolor es presente, sobre todo porque
miles de ellas no han podido recuperar los cuerpos de sus seres
queridos. En fosas que aún no han sido ubicadas y a lo largo de los ríos
se encuentran los restos de padres, madres, hijos, hijas, hermanos,
hermanas, parientes, sin ninguna posibilidad de ser exhumados, entre
ellos muchos que, desde la civilidad, pensaban distinto.
¿Entorpece,
ideológicamente, el proceso de paz que avanza en La Habana, Cuba, con
las Farc? Si creo. A través de los diálogos entre los Castaño Gil y sus
aliados se refuerzan aquellos imaginarios del “enemigo” que impuso el
paramilitarismo y como ha sido expuesto por algunos tratadistas de la
guerra, al “enemigo” se le extermina, por lo tanto, se sigue reforzando
la idea de la salida militar al conflicto, lo que evitaría consolidar un
apoyo masivo a las negociaciones con esta organización guerrillera y, a
la postre, impedir la posibilidad de que algunos de sus miembros
participen en política.
Ofende, repito, la
serie ‘Tres Caínes’ a las víctimas del paramilitarismo. No era la manera
de hacer memoria de un conflicto armado e ideológico entre otras
razones porque, como advierten los profesores de Sociología de la
Universidad de Antioquia, “sigue estando presente en el contexto
regional y nacional actual”. ¿Es posible revaluar su continuidad?
* Periodista y docente universitario.
Revista Semana .
Por Juan Diego Restrepo E.*
Por Juan Diego Restrepo E.*
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