Tendencias actuales en la geopolítica mundial: el BRICS y la emancipación de Latinoamérica
La dicotomía decimonónica clásica
de izquierda/derecha es necesaria pero insuficiente para entender las
tendencias geopolíticas, lo cual ha sido distorsionado por la plutocracia del
neoliberalismo global centralbanquista que domina el mundo.
Hoy la verdadera bifurcación del
siglo XXI versa en la colisión entre la globalización y el humanismo.
El concepto estratégico
“Sudamérica”, más preciado por los estrategas brasileños, se ha movido más a un
lulismo que a una “izquierda” ( whatever that means), no pocas veces
mercenaria, frente a la entelequia muy etérea de Latinoamérica (LA), más
balcanizado que nunca, cuando se ha asentado que el “México neoliberal itamita”
pertenece a “Norteamérica” controlada por Estados Unidos, al unísono de su
súbdito anglosajón Canadá, extensivo a Centroamérica y al CAFTA.
A final de cuentas la colisión es
entre EU/OTAN/Israel/Alianza del Pacífico (AP)/TPP (Asociación Transpacífica)
contra Brasil/Unasur/BRICS.
Asistimos a una triple colisión
en la añeja LA entre el neomonroísmo (patrocinado por Estados Unidos, en
alianza con Gran Bretaña, España e Israel), el huérfano chavismo bolivariano
(que quizá encabece Rafael Correa) y el lulismo.
La revista británica The
Economist (18/5/13) –muy cercana al gobierno inglés, a la petrolera BP y a los
banqueros esclavistas Rothschild– fractura el continente americano en “dos
bloques alternativos: la AP, orientada al mercado (sic), y el Mercosur, más
estatista (sic)”.
Se trata de un abordaje
reduccionista muy simplón de corte maniqueo lineal, como acostumbra The
Economist, portavoz de la desregulada globalización financierista: donde los
buenos, “elegidos de Dios”, por el simple hecho de haber adoptado el modelo
agónico del neoliberalismo global anglosajón resultarán “triunfadores” frente a
los malos: los “estatistas” del BRICS.
The Economist le da vuelo
ditirámbico a la séptima cumbre de Cali, adonde acudieron los presidentes de
cuatro países de LA: Chile, Colombia, Perú y México, que tienen contemplado
concretar un mercado común en un mínimo de siete años y al que pronto se incrustarán
Costa Rica y Panamá (Ver Bajo la Lupa, 26/5/13).
Lo relevante del reduccionismo
mercantilista, que pretende alcanzar nivel de análisis geoeconómico sin
lograrlo, es la balcanización de LA entre la AP –controlada por Estados
Unidos/Gran Bretaña, al que se unirían España e Israel– frente a Brasil, a
quien se pretende aislar debido a su complementariedad geoeconómica con China
en el seno del BRICS.
La revista británica se burla de
la “retórica gaseosa (sic) de las cumbres de LA” cuando “los regímenes izquierdistas
(sic) que gobiernan la mayor parte de Sudamérica” peroran sobre la “integración
regional” pero con pocos resultados. ¡Pues ni tanto!
Compara en forma simplista el PIB
combinado de los cuatro miembros fundadores de la AP, “quienes han adoptado la
globalización”, frente al gigante brasileño: 2 billones de dólares: “35 por
ciento del total de LA y un poco menos (sic) que Brasil, el gigante de la
región”. Burda trampa cuando ocultan el segundo y el tercer PIB de Sudamérica:
Argentina y Venezuela, sin contar Ecuador y Bolivia.
The Economist soslaya que la AP
se encuentra bajo la espada de Damocles del neopinochetismo y, como buen
vendedor de la privatización a ultranza, abulta la creación de una sola bolsa
de valores regional que conjuga a Chile, Colombia y Perú.
En la misma forma que los
multimedia israelí-anglosajones fustigan al BRICS, la revista propagandística
británica arremete contra el Mercosur y cita tendenciosamente las teorías
vetustas del entreguista cardosista Luis Felipe Lampreia, ex canciller
brasileño, en contra del emergente bloque cuatripartita (Brasil, Argentina,
Uruguay y Venezuela), al que desprecia como “bloque político”, como si la
política fuera pecado capital para los mercantilistas neoliberales.
The Economist juzga que “bajo la égida de
Brasil la mayor parte del bloque antiestadunidense Alba de Chávez está siendo
absorbido por el Mercosur”. ¡Qué hipérbole!
Si Paraguay, presa de un golpe de
Estado “benigno” teledirigido por Estados Unidos, es expulsado del Mercosur y
sustituido por Venezuela, ergo, todo el grupo del Alba se incrusta de facto en
el bloque cuatripartito.
Por lo visto, el reconocimiento
de Dilma Rouseff al presidente Nicolás Maduro, mediante una “asociación
estratégica”, perturbó a los propagandistas israelí-anglosajones.
La crítica británica es feroz en
proproción a su imprecisión: “Argentina y Venezuela, los dos principales socios
regionales de Brasil, tienen economías controladas por el Estado, de bajo
crecimiento, y sus políticas cortejan a la autarquía (¡supersic!)”.
Hasta donde nos quedamos,
Argentina y Venezuela tienen los mejores crecimientos de LA (incluida la
darling de Estados Unidos al sur de su frontera, hoy en estado catatónico
comprobable).
Les dolió a los
propagandistas israelí-anglosajones el triunfo de Brasil en la OMC en
detrimento del candidato entreguista filoestadunidense del “México neoliberal
itamita”: The Economist llega hasta considerar “irrelevante” al organismo, y da
por muerta a la “ronda de Doha”.
Suena divertido escuchar
las lamentaciones neoliberales de The Economist, que pretende “aislar” a
Brasil, y de paso, al BRICS.
La revista propagandista
británica admite que en LA (AP y Mercosur por igual) no existe el “género de cadenas
de abasto regionales que vinculan a China a sus vecinos”, donde las “conexiones
de transporte son pobres (sic)”.
Es obvio que el depredador
financierismo anglosajón que adoptaron sus súbditos en LA los dejó sin
infraestructura (léase: puertos y sistemas de transporte).
Vienen los ditirambos
insustentables de The Economist: “en su corta vida la AP ha demostrado
(¡supersic!) ser una pieza brillante (sic) de mercadotecnia (¡supersic!)
diplomática”, pero “ahora tiene que agregar sustancia”.
La revista afirma que la
colisión ya empezó entre la AP y el Mercosur (léase: el BRICS, su gran aliado)
y asegura la “defunción del auge de las materias primas”, que curiosamente a
quienes, a mi juicio, afectará mayormente es a los miembros de la AP ( v. gr.
Chile, tan monodependiente del cobre y que está jugando al fuego con su mayor
importador: China) más que a los del Mercosur, ya no se diga el BRICS.
Un grave error del abordaje
de The Economist, que colisiona a Brasil con la AP, es que deja de lado otros
factores de poder, que van más allá de su vulgar mercantilismo que disfraza de
falsa “geoeconomía”, y que versan sobre la investigación y el desarrollo
(I&D), la tecnología de punta y las relaciones geopolíticas, como refleja
Brasil con el continente africano (donde tiene más de 30 embajadas), ya no se
diga con India: mediante el eje IBSA (India, Brasil y Sudáfrica) que conecta el
Atlántico sur al océano Indico.
De nueva cuenta surge India
como el país a seducir por todos lados: desde el alucinante “Indo-Pacífico”
hasta el BRICS.
Desde Abajo
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