Nueva Revelación de Wikileaks: El Vaticano desestimó
los crímenes de Pinochet
Bogotá
8 abril 2013
El Vaticano desestimó los informes sobre
las matanzas perpetradas por el dictador chileno Augusto Pinochet tras el
golpe de 1973 y manifestó su comprensión y tolerancia por el
derramamiento de sangre tras el golpe de Estado en Chile, según las nuevas
revelaciones de Wikileaks.
En
uno de los informes enviados por la embajada de Estados Unidos ante la
Santa Sede, se descubre la compleja relación del Vaticano con una de las
dictaduras más feroces de América Latina en la década de los setenta
(1973 -1990).
Benelli,
era entonces el sustituto del cardenal Giovanni Cicognani, Secretario de
Estado de la Santa Sede, quien era muy anciano para cumplir con las
funciones de número dos del Vaticano.
La
mano derecha del papa Pablo VI, que había sido su secretario privado por
años cuando era el cardenal Giovanni Battista Montini, se encargaba de
los asuntos diplomáticos más delicados del papado, llegando a ser
apodado el “Kissinger del Vaticano” por su visión autoritaria y
anticomunista del mundo.
En
los cables de la era de Henry Kissinger, Benelli expresó el 18 de octubre
de 1973, un mes después del golpe militar que derrocó al gobierno
socialista de Salvador Allende, “su profunda preocupación, al igual que
la del Papa, sobre una campaña internacional izquierdista que
tergiversa completamente, y con éxito, la realidad de la situación
chilena”, según el cable clasificado como “secreto”.
Para
el prelado, que según fuentes diplomáticas recibió personalmente a Richard
Nixon cuando visitó el Vaticano en 1969, las denuncias contra la dura represión
desatada por el régimen militar, se trataban simplemente de una
“propaganda comunista”.
”Benelli
etiquetó la cobertura de los acontecimientos como el mayor éxito de la
propaganda comunista”, sostiene el cable que recuerda al religioso advirtiendo
sobre “cómo los comunistas podrán influir en los medios de comunicación
del mundo libre en el futuro”.
”Las
historias de los medios internacionales que hablan de una represión
brutal en Chile no tienen fundamento” aseguró Benelli al diplomático
estadounidense, pese a las denuncias en todo el mundo contra la ola de
detenciones ilegales que azotaban ese país y que tildó de “mentiras burdas”.
El
diplomático de la Santa Sede, que llegó a ser cardenal y fue considerado
como “papable” tras la muerte de su mentor Pablo VI, sostenía que la Nunciatura
Apostólica en Chile y el episcopado chileno le habían asegurado que la junta
militar “estaba haciendo todo lo posible para que la situación se normalizara”.
Inclusive menciona al cardenal Raúl Silva Henríquez para defender
el régimen y minimizar los excesos de la represión, a quien llama “uno de
los más destacados miembros progresistas dentro de la Iglesia”.
El
cardenal se convirtió poco después en uno de los emblemas de la defensa
de los derechos humanos, tomó distancia de los militares en forma discreta y
en noviembre de 1974 fue recibido por el Pablo VI en el Vaticano.
El
cable sostiene que el cardenal dio al Papa “una visión bastante
pesimista” de la situación en Chile y advirtió que Pinochet solía acusar a
otros miembros de la junta militar de las violencias y la represión.
”El
cardenal y el Vaticano creen que se trate de un estratagema cínico para
librarse de la propia culpa”, sostiene uno de los cables.
Las
revelaciones de Wikileaks denuncian la relación del Vaticano con las
sangrientas dictaduras militares de Surámerica, llena de sombras y luces.
Según
Wikileaks, Benelli reconoce que la jerarquía de la Iglesia “recibe
presiones internas para que condene los excesos de la junta militar”, sin
que la Santa Sede llegara jamás a condenarla públicamente ni a romper
relaciones diplomáticas.
Tres
años después del golpe militar, ya sin cables consultables, Chile era aislado a
nivel internacional y el Vaticano mantenía su línea política de
“ejercer presión discreta”.
Catorce
años después del golpe, en abril de 1987, Pinochet logró que el papa polaco
Juan Pablo II realizara una histórica visita a Chile, durante la cual se
asomó con el pontífice del Palacio de La Moneda, lo que generó
controversias y críticas de numerosos sectores católicos, quienes consideraron
el gesto como una bendición al régimen.
Cubadebate
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