Esmeraldas,
neocolonial y semifeudal
Desde la
segunda mitad del siglo 20, en el occidente de Boyacá se libró la llamada
“guerra verde”, el enfrentamiento de distintos grupos de esmeralderos por el
control físico de las minas de Muzo, Coscuez, Maripí y otras ubicadas en dicha
región. Se dice que en esa contienda, donde la violencia fue la ventaja
competitiva y se produjeron cerca de 6 mil muertos, al final el poder fue para Víctor
Carranza.
A comienzos
de los años noventas, se decidió legalizar los títulos de explotación de estas
minas de esmeraldas. Como reflejo de lo acaecido hasta entonces, se rotularon
en un alto porcentaje a nombre de quienes quedaron vencedores. Empresas como
Coexminas, Tecminas y Esmeralcol adquirieron, por esa vía, posición dominante
en el negocio. Esa fase empresarial fue evolucionando hasta que compañías
norteamericanas, principalmente basadas en Texas, recibieron contratos de
operación. Recientemente, capitales extranjeros buscan adquirir directamente
las concesiones.
En la última
década, las exportaciones registradas de esmeraldas superan los mil millones de
dólares, dirigidas principalmente a Estados Unidos y a Asia. Se hacen en bruto,
análogamente al petróleo crudo en barril, al oro en lingote, al carbón en
piedra o al café verde en sacos. El valor agregado, cotizado en quilates, para
la joyería por ejemplo, se le da en los grandes mercados.
El capital
financiero ronda en torno al negocio y anda en proyectos de constituir una
Bolsa de esmeraldas, que puede hacer operaciones a futuros y crear mercados
especulativos en torno a ese commodity, como nuevo producto básico.
En cuanto al
“zar” de las esmeraldas, propietario de las dos piedras más valiosas del mundo,
éste no fue su único negocio. Sobresalió como uno de los mayores hacendados
colombianos, llegando a tener un millón de hectáreas y dos millones de reses;
algo más del 1% del catastro rural total nacional y más del 5% del hato
ganadero. Esa doble condición se acompañó de la propiedad de minas de caliza y
materiales de construcción y se habla también de incursiones en el petróleo,
entre otros. A mediados de los noventa, la revista Forbes ya lo tenía listado
entre los “billonarios” del mundo.
Lo que ha
pasado con las esmeraldas es reflejo de la caracterización básica del país: las
áreas estratégicas quedan, cuando se llega al punto alto en la curva de valor,
al arbitrio de las ganancias foráneas, las que, para tal apropiación, han
contado históricamente con la alianza entre la gran propiedad rural y el
capital internacional, y la gestión de la alta burocracia estatal, configurando
un país neocolonial y semifeudal.
Desde Abajo
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